Cómo se mencionó con anterioridad, el método receptivo de la musicoterapia consiste en que el paciente es el receptor o el escucha, y la música es el medio por el cual se va a lograr el fin terapéutico sin que el paciente participe en el proceso creativo.

Sin embargo, en este tipo de método se usan dos tipos de música: Música para relajación y para imaginación. Debido a lo anterior, no toda la música logra relajar o imaginar, sino que está debe ser elegida o ejecutada de manera rigurosa por el musicoterapeuta antes de la sesión, basado en unos estudios científicos rigurosos para determinar qué elementos debe contener la pieza para relajar o poner a trabajar la imaginación del paciente.

Estos elementos a grandes rasgos se pueden caracterizar en el caso de la música para relajación en un tempo lento, una melodía predecible y repetitiva junto con una armonía y acordes también predecibles, repetitivos y tonales. También es muy importante la elección de los instrumentos debido a que se busca que haya la menor cantidad de instrumentos posibles junto con la característica de que en la mayoría de casos la pieza no contengan instrumentos como metales o percusiones, sin embargo, pueden haber excepciones de acuerdo al contexto.

Otra característica que se busca es que el volumen o las llamadas dinámicas sean bajas como por ejemplo: piano, mezzo piano, sin que haya saltos de dinámica o volumen repentinos que puedan ser un factor sorpresa, debido a que lo que se busca es que sea lo más cómodo y predecible posible al oído del paciente.

Por el contrario, en la música para trabajar la imaginación, se busca lo contrario como por ejemplo: tiempos que cambian, armonías y melodías poco repetitivas, junto con una serie de acordes más complejos, poco repetitivos e impredecibles.

De igual manera en la parte de los instrumentos se busca una mayor variedad, sin ningún tipo de limitante.