iniciar una composición o arreglo
Entendiendo las diferencias y similitudes de la labor del compositor y el arreglista y teniendo en cuenta que este tema trasciende la mera simplicidad de encasillarlos entre roles, de quién se interesa en música popular o música académica y contemporánea. Se sabe que en ambos casos se presenta un acto de creación y de ordenación de ciertas ideas, ya sea a través de un lenguaje y estilo existentes, o a través de nuevas propuestas.
Tanto el compositor como el arreglista, deben tener claro qué es lo que quieren expresar y bajo qué medios suponen hacerlo. Tienen la responsabilidad de entender los conceptos y el contexto de lo que quieren comunicar a través de sus creaciones, ya sea éste algún tema sobre ciencia, poesía, filosofía, o la exposición de un lenguaje y/o cultura de interés particular del compositor o arreglista.
El saber cuál es el concepto a tratar, conociendo sus implicaciones, impulsará el acto creativo de empezar a escribir un arreglo o composición coherente, y de ahí en adelante se dará el proceso de desarrollar y moldear nuestras ideas y propuestas por medio del conocimiento y las herramientas que poseemos, a través de la exploración de nuevos medios, que retan nuestra habilidad, ofreciéndonos metas y recursos hasta el momento desconocidos y que podremos emplear en el futuro.
Pero, si para iniciar una composición o arreglo el primer paso es conocer el concepto, ¿cómo se podría decidir el tema a investigar en primer lugar?
Toda obra tiene una razón para existir, ya sea porque fue comisionada por alguien para musicalizar algún material determinado (una película, videojuego, propaganda o eslogan), fue postulada para ser presentada en un evento organizado o para cumplir un propósito meramente educativo y cultural.
Saber la función que tendrá la obra es lo que dictará el concepto, de manera que el proceso de investigación y creación estén claros desde el principio para poder entrar a componer o arreglar en forma.
Una vez se sepa el propósito de la composición o el arreglo, se procede a ordenar las ideas y tomar decisiones artísticas, como los desarrollos y procesos que tendrá la obra, elegir los recursos estilísticos e idiomáticos que se utilizarán y cuál será el formato (instrumentos involucrados) a abordar.
Para tomar estas decisiones y organizar toda la información e ideas que se necesiten, se realiza un plan pre – composicional, de libre formato (pueden ser tablas, listas, mapas conceptuales, gráficos etc.) que ayude a planificar y dar sentido a la pieza, de manera que se pueda empezar a crear y arreglar sin llegar a confundirse o enredarse. En este plan el compositor o arreglista deciden cómo pueden utilizar su conocimiento, referencias y herramientas para definir elementos de su creación, como por ejemplo la forma, la duración, el formato, las técnicas a usar y la sonoridad que busca la pieza.
Una vez se inicie a ejecutar el plan pre – composicional, hay que tener en cuenta que ciertas ideas y desarrollos podrían cambiar en el proceso, por lo que es importante revisar y actualizar los esquemas utilizados en la planeación de la obra. Una gran recomendación es anotar las actividades a realizar en el día a día para poder saber cómo proceder, qué cambios aplicar y cómo realizarlos. De esa manera se puede tener un orden flexible que nos apoye en nuestros procesos creativos.
A la hora de realizar cambios o ajustes en la obra se debe revisar que es lo que mejor funciona en la pieza o en los lineamientos que se esperan de esta creación (en caso que su función sea musicalizar algo, o tenga que cumplir condiciones estrictas) revisando que todo el proceso esté funcionando de manera satisfactoria.
Si los cambios que se quieran hacer tienen que ver con la experimentación y el rompimiento de reglas de la práctica común, o la exploración sonora del formato elegido o de nuevos medios, será un riesgo que valdrá la pena siempre y cuando estas decisiones sean informadas y se tomen con un criterio claro, con bases y argumentos fuertes que las apoyen, teniendo en cuenta las condiciones (autoimpuestas o planteadas por quien coordina la obra) que envuelven la composición o el arreglo.
Para terminar el proceso compositivo o del arreglo, es bastante importante entender los funcionamientos y los procesos utilizados. Esto nos dará una pista de cómo se deberá tratar el material para poder diseñar o tratar situaciones climáticas (en caso de que sea necesario), de movimiento, contraste y finalización, añadiendo detalles a los procesos y bosquejos realizados, desarrollando el discurso que se viene trabajando desde el inicio.
Finalmente, la manera en la que yo comprendo el acto de componer y arreglar, es la de desarrollar y organizar ideas que uno sistematiza por medio de conocimientos y referencias propias. Lo que hace necesario saber qué es lo que se quiere comunicar, y cómo ordenar sus herramientas para dar inicio a actividades que construirán, bloque por bloque, la obra que el compositor o el arreglista está concibiendo. De manera que, paso a paso se van añadiendo y desarrollando detalles que empezarán a aclarar el camino y las decisiones necesarias para realizar una obra de calidad.